No sé cómo he pasado de ser una mama que lleva a su hijo al cole cada mañana a ser el duende de las tortas de maíz, si, si, de repente ha habido alguna estaña transformación en mí que no he visto venir, pero que ahora se ha convertido en algo natural, una cosa más que hacer cuando llego al cole, me parece increíble la facilidad con que los niños aprenden y se acostumbran a ciertas cosas.
Mi hijo tiene la costumbre de ir comiéndose una torta de maíz de camino al cole, hasta ahí todo normal, un día mi hijo no la quiso y repartí esa torta entre sus compañeros que demandaban un pedazo, todo quedo en eso, pero a la mañana siguiente Hugo llegó con su torta. Esa mañana sí que la quiso, senté a mi hijo en la silla para ponerle el mandilón y de repente esos cuatro duendecillos se acercaron a pedir un pedazo de torta de maíz que yo no llevaba, sus caras de decepción me dieron la mañana, me fui pensando con que poco son felices y que rápido aprenden .
Siempre dejo las cosas preparadas la noche anterior para que la mañana no se convierta en un caos nada más empezar la jornada. Estaba preparando la mochila y el almuerzo de mi pequeño cuando caí en la cuenta de las tortas de maíz, así que deje preparadas un par más, por si se acordaban y me las volvían a pedir, sobre todo porque no quería volver a ver esas caras de decepción.
A la mañana siguiente mi hijo cogió su torta para comer camino al cole y yo recogí las otras dos y me las metí en el bolsillo, senté a mi hijo en la silla para ponerle el mandilón y ahí aparecieron, cuatro mariposas rodeándome y metiéndome las manos en los bolsillos mientras preguntaban "tienes, tienes", si tenía!!!! y la sonrisa volvió a aparecer en sus caras y mi mañana volvió a empezar bien.
Llevo un mes repartiendo tortas de maíz, no sé si soy el duende de las tortas o la loca de las tortas, pero se ha convertido en algo tan natural, tanto que por las mañanas Hugo coge siempre dos tortas de maíz, una para él y la otra me la mete en el bolsillo, para Eva, para Álvaro dice, para Merlín!!!. Es sencillo, son verdad, sin vergüenza, me resulta tan curioso verlos crecer y como su mundo se hace más grande, no tienen miedo a pedir ni a mostrarse como lo que son "niños".
Hoy por primera vez después de repartir la torta me ha llegado una recompensa en forma de caricia, casi me muero de la emoción!!!!!, eso sí a mi hijo ya no le ha parecido tan bien eso de compartir caricias, todo tiene un límite dirá él, pobre.
La vida te regala momentos perfectos, fáciles y ese se ha convertido en mi regalo diario en mi momento perfecto.
Muchas gracias Eli por tu bonita manera de devolver multiplicado el calor que la escuela intenta transmitir. Por saber disfrutar de los niños y participar en algo tan esencial y sencillo como ser y sentir libremente.
ResponderEliminarMuchas gracias a vosotros por hacer de nuestros pequeños mentes abiertas capaces de pensar por ellos mismos, y por hacer de Hugo un niño feliz!!!!!!
ResponderEliminarPor cierto no sabes que ilusión mi primer comentario!!!!!
ResponderEliminarYa verás como cada vez te leerá más gente y se irán animando. ;)
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