Los padres de hoy en día han cambiado, ya hace tiempo que dejaron de ser meros observadores en esto de la crianza.
El papel de la mujer en la sociedad y su incursión en la vida laboral han hecho que la labor de criar a los hijos ya no sea solo tarea de la mujer.
Los niños de hoy en día disfrutan de sus padres.
Hace poco más de 40 años el padre tenía la misión de trabajar para traer el sustento a casa, y poco más sabía del día a día de sus hijos y del funcionamiento del resto de la casa.
Gracias a dios los tiempos han cambiado, se involucran, cambian pañales, comparten horas de juegos, canciones, horas de preocupaciones por las noches de fiebre y vómitos, de malos sueños y pesadillas, saben escuchar, comprender, se han convertido en amigos y han dejado atrás esa figura autoritaria que se tenía del padre de hace unos años, se han convertido en acompañantes en la vida de sus hijos, se les ve sonreír por ellos, ahora son los hijos los que muchas veces cambian a mama en las largas noches de cuentos por sus papás.
Está claro que los tiempos han cambiado.
Las mujeres hemos encontrado un papel esencial en nuestras parejas a la hora de acompañar nuestra maternidad, papel que hace escasos años era realizado por la madre de la embarazada.
Ahora son ellos los que nos acompañan a los controles médicos, los que se preparan con nosotras para coger nuestra mano durante ese bello momento del "alumbramiento", los que a nuestro lado dan la bienvenida al bebé.
Esos nueve meses de gestación, de preparación unen a la pareja más que nunca, la felicidad desborda la casa por una espera que es tan deseada, preparando la habitación del bebé y decisiones que se toman de una manera conjunta, lejos quedan los días donde la mujer era responsable de preparar ella sola lo que serían los días previos al parto, ellos tienen voz y se hacen oír.
Libros, manuales, cursos de preparación al parto, búsquedas de información en Internet, todo se convierte en un "monótona" que gira alrededor del bebé que se espera, porque no nos engañemos todos hacemos lo mismo intoxicarnos de información, libros y datos que pocas veces nos sacan de dudas cuando llega el bebé a casa, pocos son los libros que nos hablan de una manera clara de la realidad, pero aun así leemos y releemos mil manuales para ser buenos papás.
De alguna manera, hace tiempo, la maternidad excluía al hombre, lo apartaba.
Se preguntaban qué clase de ayuda podían dar ellos a la mujer para ayudarlas a amamantar a sus hijos, pues su compañía, su voz, una canción o simplemente sentir el aliento de un padre ayuda para sentirse apoyada y segura a la mama y al bebe.
Supongo que por esta activación del padre en la maternidad y la crianza ya no nos sentimos tan solas durante el embarazo, ya no tenemos tanto miedo ya que esté se comparte y se alivia, cuando las fuerzas de uno flaquean son las del otro quien las levanta.
Hoy veo al padre de mi hijo jugar con su pequeño y es cuando realmente me doy cuenta de lo diferente que es todo.
Como se ha interesado y aprendido a portear a su bebé porque creíamos que era bueno sentirlo a nuestro lado, que era bueno que él nos tocase, como ha comprendido que dar el pecho es un momento de unión que debe ser respetado por encima de las visitas de los primeros días e incluso por encima de la familia, que es un momento de respeto, de silencio, como ha comprendido que su participación es crucial para que nuestro hijo crezca sano, se ha interesado por sus necesidades, pero por las reales no por las que te dicen libros y manuales.
La verdad es que entre los dos hemos elegimos una crianza sencilla, natural, con los menos cachivaches posibles, sin grandes lujos, una crianza como las de antes pero con un papel importante y activo del padre.
Al fin y al cabo creemos que la mejor herramienta para parir, criar y educar a un hijo son nuestros cuerpos. Los mejores y más sencillos juegos los sacamos de nuestras manos y nuestras piernas que han resultado ser los que más le gustan.
Mi hijo ha aprendido a trepar y saltar trepando y saltando por encima de los cuerpos de sus padres.
No creo que eche de menos nada, es un niño feliz que disfruta de sus padres y una vida sencilla.
Está claro que no todo es perfecto, que tanta emoción y alegría pasa por pruebas duras durante los primeros meses del bebe, poca gente habla del estrés por el que pasan las parejas, por la paciencia que hay que tener no solo con el pequeño que acaba de llegar sino con tu propia pareja, las noches sin dormir, los reproches, la sensación de que uno hace más que otro, todo eso puedo aparecer en cualquier momento y hay que saber controlarlo, la falta de intimidad, la lucha de la mujer que pelea con su nuevo cuerpo, lidiar con horas que parecen no llegar y días que se alargan hasta el siguiente ponen a prueba la resistencia de nuestras relaciones.
Hay que aprender a perdonar y flexibilizar nuestra vida en esos días.
Sea como sea está claro que la figura del padre y de la pareja es una gran ayuda.
Poder mirar a los ojos a aquel al que amas y unidos recibir a un hijo es maravilloso.
Escuchar un te amo o un te quiero es sin duda una gran fuerza en un momento donde te son tan necesarias, y ellos han aprendido a ser padres preocupados, y apoyo en la maternidad de su compañera, se han convertido en guías, en desahogo para las mujeres, en una sonrisa cuando se necesita y en pañuelo para nuestras lágrimas.
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